¡FE!

Ago 16, 2024 | Amor, Biblia, Devocional, Jesus, Mujer | 0 Comentarios

Gracia Sobreabundante (Serie)

Hoy he estado recordando aquella época de pandemia, de hace un poco más de cuatro años atrás. ¡Fue una época dura! De veras que me sentí con mi fe tan disminuida, tan frágil, llena de miedo, temor, incertidumbre, absolutamente desconocedora de lo que podría pasar al cabo de los años… Me sentía viviendo una de esas películas del fin del mundo. Así, en el ambiente espiritual de nuestras ciudades, había muy seguramente tanto temor en esa época, que hoy en día considero, que lo peor fue sentir tan golpeada nuestra fe.  El no poder congregarnos físicamente hacía que nuestras reuniones por video despertaran un deseo vehemente de escuchar la Santa Palabra para nutrirnos como si fuera la “primera leche” que tomábamos. Gracias al Señor, renacimos. La resiliencia, como significa esta palabra, nos llevó a ser capaces de afrontar ese momento tan difícil. Pero sin la fe puesta en Dios, no habría sido posible.

Creo que, para muchos, el volver a pedir al Padre por toda la humanidad nos hizo dejar el egoísmo, dejar de pensar solo en nosotros, nos llevó a derramar lágrimas por aquellos que, si no era porque perdían a sus familiares, y amigos cercanos, no tenían forma de trabajar y alimentarse. Bendito el Señor que nuestro deseo por ayudar se fue sumando. Que nuestra voluntad fue creciendo para seguir adelante, con la esperanza viva de reactivar esa fe que había bajado. Con nuestros ojos, y oídos despiertos. Que la luz renaciera y brillara en medio de nosotros.  Una fe que reactivara las respuestas que esperábamos de parte de Dios.

Fue tiempo de mucha oración, de intercesión. Así debemos seguir, esperando ¡en continua oración por todos! No desmayemos por cualquier situación que nos hace bajar un peldaño de esa escalera que nos lleva, nos acerca a la vida eterna. No nos centremos sólo en las necesidades físicas, sino que pensemos en las espirituales.  Primero debemos arrodillarnos ante Dios para pedir perdón, agradecerle por el perdón y glorificarle. Debemos reconocer a Jesús como nuestro Restaurador, nuestro intercesor. Números 14:20 «-Me pides que los perdone, y los perdono» (NVI). Amén

 

 

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